Así lo confirman los datos presentados en el último estudio desarrollado por el Instituto de Empresa Familiar que toma como base los resultados de una muestra de 1005 empresas familiares españolas.
Del análisis efectuado se extrae, en primer lugar, que la formación, pese a ser uno de los grandes retos a los que tradicionalmente se enfrentan este tipo de empresas (ver gráfico 1), constituye un factor esencial para alcanzar mayores tasas de crecimiento empresarial. De hecho, a la vista de los resultados resulta recomendable que los gestores de las empresas familiares se eduquen en temas de naturaleza económico-empresarial (actualmente sólo presente en el 31% de las empresas de la muestra) para mejorar los niveles de rentabilidad, tanto económica como financiera.
Por su parte, las actividades de innovación –que tienen una mayor presencia en las empresas con un tamaño inferior a 200 trabajadores-, pese al riesgo que conllevan, resultan ser beneficiosas a largo plazo. En concreto se observa que aquellas empresas que han incorporado nuevos productos/servicios, nuevos procesos productivos o han implementado nuevos métodos organizativos disfrutan de mayores rentabilidades.
En conclusión, los datos del informe sugieren que las empresas familiares deben implantar en su seno órganos colectivos que doten a la compañía de una estructura más profesionalizada, así como desarrollar diversas actividades de I+D+i para alcanzar mejores tasas de crecimiento que redundarán en una mayor eficiencia y competitividad.